En esa pradera, volviendo de la cascada y de bañarnos en la poza del río mi hermano Gabriel y yo con los hermanos Lafuerza, se nos cruzó en la senda una cerastes negra que me pareció enorme y que desapareció entre la maleza dejandonos una impresión que todavía me dura. Gracias por estas maravillas. Son impagables.